La última vez que vi a Cueto fue en el Monumental. Mi padre me llevó a verlo. El estadio rebalsaba de aficionados, aquel estadio donde Cueto había marcado su último gol. Cuando entramos lo pude ver de cerca. Estaba frío y pálido: había muerto de una enfermedad a la sangre; pero su juego majestuoso seguirá latiendo y dibujando gracia en nuestro recuerdo.
martes, 9 de octubre de 2007
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario